jueves, 30 de diciembre de 2010

Espíritu de Howard Beale



En un momento como el actual donde una crisis a todos los niveles ha instaurado un clima de pesimismo generalizado, me gustaría recordar una de las mejores escenas de la historia del cine: la interpelación televisiva de Howard Beale en Network, un mundo implacable (Sidney Lumet: 1976). Los caprichos del destino (más bien la periodicidad de los ciclos económicos) han querido que el magistral parlamento interpretado por Peter Finch adquiera una lectura revitalizada en estos días de sombría perspectiva. A buen seguro más de alguno entre nosotros, ahora, quisiera entonar desde la ventana ese "Estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo" que este ficticio presentador de televisión repite sucesivamente en medio de un torbellino de gritos. Sin llegar a cotas tan elevadas de histrionismo, en nuestra cabeza pareciera retumbar una voz semejante a la suya que intentáramos silenciar por decoro pero que, cada vez más y por cansancio, vamos dejando escapar hasta su inminente fuga.



(Howard Beale en Network, un mundo implacable)

A mi juicio, la película en sí ya merece sus dos horas de atención por escenas como ésta, por su soberbio reparto y por su incisiva temática. Pero dejando a un lado el juego entre la realidad y la ficción, el control de la información, la lucha a cualquier precio por las tasas de audiencia televisiva y el poder y conspiración en la sombra (temas igualmente de enorme actualidad), el filme cuenta con una impagable lección de honestidad encarnada sobre todo en el personaje de William Holden. Este compañero y viejo amigo de H. Beale comparte con el espectador sus dudas, miedos, anhelos y conclusiones esenciales en las puertas de la última etapa de la vida. Asistir a sus confesiones es un auténtico privilegio. Una lección, como digo, de franqueza y dignidad que abarca el dilema amoroso, las relaciones de familia, la integridad profesional y las amistades, todo ello con el propósito común de arribar al siempre anhelado emblema de la lucidez de espíritu.



Espero que veáis la película quienes no hayáis tenido la oportunidad de verla aún. Creo que no os arrepentiréis.